Alrededor del 10% de los pacientes con COVID-19 requieren un ingreso en UCI por presentar neumonía bilateral grave y en torno al 15% pueden presentar lesiones fibróticas y no fibróticas pulmonares. La SEPAR recuerda la importancia de acudir al neumólogo para la detección precoz de posibles secuelas en el pulmón.

De entre todos los órganos que pueden verse afectados por la infección SARS-CoV-2, sin duda el pulmón es el que se lleva la peor parte. Mientras que en una primera fase de la Covid-19, llamada de infección temprana, la sintomatología incluye fiebre, tos seca, diarrea y anosmia, en la fase aguda de la enfermedad predomina la inflamación, con manifestaciones en el aparato respiratorio, de las cuales la más evidente es la neumonía bilateral. Este tipo de neumonía se desarrolla cuando el virus inflama los pulmones, y puede conducir al ingreso hospitalario de los pacientes afectados por una insuficiencia respiratoria grave. El término bilateral hace referencia igualmente a que afecta a los dos pulmones. Esta insuficiencia puede abocar a una situación de distrés respiratorio agudo, por la que los pacientes pueden requerir soporte ventilatorio: oxigenoterapia, ventilación no invasiva (VNI) o ventilación invasiva (VI). Actualmente, se estima que un 10% de los pacientes de COVID-19 ingresan en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) durante este proceso agudo.

Según explica el doctor Francisco García Río, neumólogo y miembro del Área de Técnicas y Trasplantes de SEPAR, “a medida que avanza la enfermedad, durante la fase aguda, se produce una tormenta de citocinas en el organismo, igualmente característica de otras enfermedades como los trasplantes infantiles, que se liberan en la circulación y producen complicaciones inflamatorias como la coagulabilidad sanguínea; esta hipercoagulabilidad puede tener como manifestación una embolia pulmonar”. Además, la COVID-19 puede afectar a la microvasculatura pulmonar y sistémica y, más allá de la afectación pulmonar, generar complicaciones neurológicas, digestivas o renales.

Neumonía bilateral: identificar la fase, fundamental

Según los expertos, es muy importante establecer la fase en la que se encuentra la enfermedad Covid-19, ya que un tratamiento que puede resultar beneficioso en las primeras fases, puede no tener el mismo efecto en las fases avanzadas. Así, mientras que en la primera fase son más efectivos los antivirales, momento en que el paciente presenta una mayor carga viral, en la segunda fase aguda de inflamación, lo son los fármacos antiinflamatorios. En este fase es en la que se puede desarrollar la neumonía bilateral, cuyos síntomas son dificultad para respirar; fiebre intensa, sudoración y/o escalofríos; dolor torácico al respirar o toser; desorientación o cambios de percepción mental (en el caso de los más mayores, especialmente notable); tos con flema que no mejora; náuseas y/o vómitos; temperatura corporal más baja de lo normal; pérdida de apetito; cansancio o fatiga; dolores musculares y articulares y malestar general.

En la neumonía bilateral severa, los pulmones dejan de saturar la sangre con oxígeno y la persona puede fallecer en cuestión de horas. En este grave escenario, el pulmón se convierte en una esponja llena de líquido. Este se forma porque los alvéolos se llenan con un infiltrado que se compone de restos de células, bacterias y células del sistema inmunitario. En este tipo de cuadro clínico, parte considerable de los pacientes que la padecen suele sufrir secuelas con las que deberán convivir toda la vida, como, por ejemplo, la fibrosis pulmonar, que se produce cuando el tejido pulmonar se daña y se forman cicatrices, provocando que los pulmones no puedan funcionar de manera correcta.

El órgano más afectado por la COVID-19 es el pulmón en forma de neumonía. Por lo que es importante un seguimiento neumológico tras la fase aguda de la infección para su detección precoz.

Pulmones con secuelas

Aunque aún es pronto para conocer en profundidad las secuelas de la COVID-19 en el pulmón a medio y largo plazo, suelen ser proporcionales a la gravedad del proceso agudo. Las principales secuelas de la COVID-19 que se han observado en el pulmón, según la SEPAR, han sido alteraciones de la función pulmonar y alteraciones intersticiales pulmonares que se presentan más allá del episodio agudo de la enfermedad. “Hay pacientes que superan las complicaciones de la COVID, incluyendo la neumonía y el ingreso en UCI, de forma satisfactoria. Su función respiratoria y la morfología del pulmón son completamente normales y regresan a una situación normal, sin limitaciones. Pero en otros, a medio plazo, la enfermedad se manifiesta con alteraciones en las pruebas de imagen que sugieren afectación intersticial”, afirma el doctor García Río. “Alrededor de un 15% de estos pacientes pueden tener alteraciones intersticiales fibróticas o no fibróticas persistentes sobre todo si presentaron neumonía grave durante la hospitalización, estos pacientes requieren más tiempo de seguimiento para valorar la repercusión de estas lesiones, algunas se podrían resolver completamente y otras podrían persistir, y afectar a la función pulmonar”, detalla la doctora Claudia Valenzuela, neumóloga coordinadora del Área de EPID (Enfermedades Pulmonares Intersticiales Difusas), de SEPAR.

Cuando te cambia la vida

El principal síntoma que notan los pacientes que desarrollan secuelas es la disnea o sensación de ahogo, que persiste después de la fase aguda, y que se manifiesta al realizar esfuerzos que no requieren de una intensidad alta, como caminar. También puede padecer otros síntomas como tos, dolor torácico u otros más inespecíficos, variables y de menor relevancia clínica. En estos casos, los pacientes deben consultar a su médico de cabecera para que los derive al neumólogo, aunque muchos hospitales españoles han organizado una consulta postCOVID que programa citas con los pacientes que han estado ingresados por una neumonía grave debida a la COVID19 en un hospital y requieren una revisión por parte de neumología. “Estos protocolos comprenden la realización de una valoración clínica del paciente mediante pruebas de la función respiratoria, entre las que es imprescindible realizar una espirometría y una de capacidad de difusión pulmonar. También se realizan pruebas de imagen, dependiendo de la disponibilidad de los centros, que incluyen protocolos de radiografías y tomografía computarizada (TAC). Cuando se detectan ciertas alteraciones de forma precoz, éstas pueden resultar reversibles. Pero si se espera mucho tiempo, ya no se podría conseguir esta reversión”, explica el doctor García Río.

La Neumología tiene un papel crucial a la hora de descartar o identificar precozmente las complicaciones o secuelas de la COVID-19 en el pulmón, que pueden ser reversibles si se detectan a tiempo y con el tratamiento adecuado, sobre todo durante la fase aguda de la enfermedad.

Según la SEPAR, por ahora no se han visto diferencias por género entre hombres y mujeres en cuanto a la aparición de secuelas postCOVID-19, ni tampoco parece que los niños las desarrollen. En referencia a la edad, tener una edad avanzada influye como factor de riesgo para padecer una forma de COVID-19 de mayor gravedad.

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Redacción Consejos

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