Adolescentes, principales afectados
Analizamos la prevalencia de este trastorno, los comportamientos más comunes y qué hacer ante la sospecha de autolesión.
Se trata de un acto autoinfligido que causa dolor o daño en el cuerpo, pero sin intención de causar la muerte.
A pesar de que los métodos utilizados a veces son similares a los de los intentos de suicidio (cortarse por ejemplo las muñecas con una hoja de afeitar), en las autolesiones no suicidas la intención del paciente es que el acto no sea letal, y bien lo indica específicamente o se infiere del uso repetido de métodos evidentemente no letales. Sin embargo, este tipo de autoagresiones no deben tomarse a la ligera, ya que a largo plazo el riesgo de intento de suicidio y de suicidio logrado se incrementa. Las autolesiones suelen asociarse a otros trastornos, como trastorno límite de la personalidad, trastorno de personalidad antisocial, trastornos alimentarios, alcohol, abuso de sustancias y autismo.
Debido a que ocurre por lo general en privado, detectar a las personas que se autolesionan puede ser muy difícil, motivo que ha dificultado los estudios sobre su prevalencia. Se estima que a nivel mundial afecta a un 17,2% de los adolescentes, al 13,4% de los adultos jóvenes y al 5,5% de los adultos.
Ejemplos más comunes de autolesión
La agresión autoinfligida puede incluir una variedad de comportamientos, y, aunque cortarse con algo punzante (cuchillo, cuchilla de afeitar, agujas…) es la más común y documentada, existen muchas formas de lastimarse: rascado profundo e intencionado de la piel, quemaduras (por lo general con un cigarrillo), golpearse a uno mismo con los puños, contra la pared o hacerlo con cualquier objeto o incrustar objetos en la piel.
Los pacientes a menudo se causan daño repetidamente en una sola sesión, con aparición de múltiples lesiones en el mismo sitio, por lo general en áreas que pueden ocultarse con facilidad pero que son accesibles: las manos, las muñecas, el estómago y los muslos. La gravedad del acto puede variar desde heridas superficiales hasta aquellas que causan cicatrices o desfiguración permanentes. La autolesión no suicida tiende a comenzar en la adolescencia temprana, siendo similares las tasas en hombres y mujeres y el comportamiento parece disminuir después de la edad adulta joven.
Los porqués
- Muchos de los afectados verbalizan sentir una tristeza abrumadora, ansiedad, estrés, presión o entumecimiento emocional y vacío existencial.
- También puede ser un vehículo para comunicar necesidades o como petición de ayuda.
- Como autocastigo por los fallos cometidos o por no alcanzar las metas propuestas.
- Algunos lo hacen simplemente porque se sienten bien o les proporciona un “subidón de energía”.
Qué hacer
Ante la sospecha de un caso de autolesiones se debe tratar de dialogar con la persona, sin discutir ni criticarle, transmitiendo una sensación de ayuda incondicional. Es importante preguntar y descartar si existen ideas suicidas y, según la gravedad de lo relatado, acudir con más o menos urgencia a un profesional de la salud. No hay medicamentos aprobados para el tratamiento de la lesión autoinducida con fines no suicidas, sin embargo, la naltrexona y ciertos antipsicóticos de segunda generación han sido eficaces en algunos pacientes. Si se diagnostican trastornos psiquiátricos coexistentes, deben ser tratados adecuadamente. Existen varios tipos de psicoterapia que han demostrado ser útiles para ayudar a los pacientes.