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De ser una dieta prescrita en determinadas enfermedades como la epilepsia, la “keto” o “cetogénica” ha pasado a utilizarse indiscriminadamente, lo que a veces puede conllevar riesgos, como la llamada “gripe ceto”. En qué consiste, qué tipo de alimentos restringe, cuáles son sus objetivos y qué relación guarda con la salud general, son algunas de las cuestiones que nuestro nutricionista Eric Iges trata de esclarecer.
Lípidos en la balanza ganadora, hidratos de carbono en la perdedora. Esta es la fórmula que promueve la dieta keto o dieta cetogénica, que parece haber llegado al mundo occidental para quedarse. Pero, ¿en qué se basa este abordaje nutricional que antes sólo se aplicaba en casos de epilepsia y actualmente se prescribe cada vez más en patologías como la diabetes mellitus, la obesidad o incluso en determinados tipos de cáncer? ¿Existen evidencias como para recomendarla sistemáticamente a la población general?
Analizando los macronutrientes
La dieta cetogénica clásica se basa en incorporar alrededor del 75-80% de las calorías totales diarias a partir de lípidos, un 15% a partir de proteínas y no más de un 5% de hidratos de carbono. Puede variar un poco en función de la persona y tipo de actividad física que lleve a cabo, pero comúnmente, una dieta cetogénica no superará los 50 g de hidratos de carbono diarios.
El fundamento para esta distribución es que a los 3-4 días de llevar a cabo este estilo de alimentación (reduciendo casi al máximo el aporte de hidratos de carbono), el cuerpo comienza a utilizar los llamados cuerpos cetónicos como combustible energético para el cerebro, el corazón y los músculos, en lugar de glucosa como suministro principal, de manera que el organismo entra en un estado de cetosis beneficioso para distintos tipos de enfermedades.
El cerebro necesita azúcar para funcionar: ¿verdadero o falso?
Esto es una creencia totalmente errónea. Es cierto que el cerebro siempre va a necesitar un poco de glucosa (que no azúcar) para realizar sus funciones, sin embargo, esta glucosa no se obtiene solamente a través del azúcar añadido que contengan los productos alimenticios o del azúcar de mesa, sino que la glucosa se puede obtener por múltiples fuentes. Además, en situaciones de ayuno prolongado o durante la realización de dietas cetogénicas, estos cuerpos cetónicos que mencionábamos serán los principales encargados de suministrar la energía que necesita el cerebro y no así la glucosa. Si no fuera así, el ser humano probablemente se habría extinguido, ya que no siempre hemos tenido la disponibilidad de alimentos que tenemos en la actualidad.
Alimentos: estos sí
Alimentos ricos en grasas saludables: aceites (siempre priorizaremos el de oliva), frutos secos, aguacate, aceitunas y mantequilla, así como lácteos en su versión entera, contabilizando el aporte de hidratos de carbono que puedan aportar.
Alimentos proteicos. Carne magra y carne roja, pescados grasos, semigrasos y blancos, mariscos y cefalópodos, huevos y derivados de soja contabilizando en este caso el aporte de hidratos de carbono que pudieran sumar.
Frutas, verduras y hortalizas con bajo contenido en hidratos de carbono: hablamos de frambuesas, arándanos, moras, grosellas, tomate y aguacate respecto a las frutas, y acelgas, alcachofas, apio, berenjenas, berros, berza, brócoli, calabacín, canónigos, cardo, cebolla, coles, coliflor, endivias, espárragos, espinacas, grelos, hinojo, judías verdes, lechuga, lombarda, nabo, pepino, pimiento, puerro, repollo, rúcula, setas, respecto a verduras. Pero teniendo en cuenta la cantidad total diaria que nos aportan, ya que su consumo no es libre.
Alimentos: estos no
En este tipo de alimentación no tienen cabida los cereales, los tubérculos, las legumbres, los lácteos en exceso y las frutas, verduras y hortalizas con alto contenido en hidratos de carbono. A su vez, los alimentos ultraprocesados no se recomendará incluirlos en ningún tipo de abordaje nutricional, pero en este tipo de dieta directamente están excluidos, ya que incorporan en la mayoría de casos un aporte elevado de azúcares que pondrían en compromiso la capacidad del cuerpo de entrar en cetosis.
¿Apta para perder peso?
De manera general, la dieta Keto es una estrategia nutricional de la que puede disponer el dietista-nutricionista en su caja de herramientas. Sin embargo, hay que tener en cuenta un concepto muy claro: si el objetivo es la pérdida de peso/grasa corporal, NO es una estrategia más apta a largo plazo que la de una dieta variada que incluya todos los grupos de alimentos saludables, ya que al tener que llevar a cabo una vigilancia constante del tipo de alimento que se está comiendo, puede generar muy poca adherencia a largo plazo.
El aprendizaje para llevarse a casa: “Que nuestro cuerpo oxide/queme más grasas con una dieta cetogénica no implica una mayor pérdida de grasa corporal acumulada en nuestro cuerpo. Se oxida más grasa porque estamos ingiriendo más, pero no significa que estemos quemando la grasa almacenada. El hecho fundamental que necesitamos que ocurra para perder grasa almacenada será que exista un déficit calórico en nuestra alimentación. En los estudios en los que se iguala el consumo de proteína y el déficit calórico, la pérdida de peso a largo plazo es similar realizando una dieta más alta o más baja en carbohidratos”.
La gripe “ceto”
Otro inconveniente para la realización de este tipo de dieta es la llamada “gripe ceto”, una reacción que puede darse durante las primeras semanas hasta que el organismo se adapta a este tipo de alimentación, y que se presenta en forma de dolores de cabeza intensos, cansancio, náuseas, calambres, mal aliento (derivado de la acetona, uno de los cuerpos cetónicos que se producen) e incluso una mayor pérdida de masa muscular. Para paliar estos síntomas puede ser necesario el aporte de distintas sales y micronutrientes como potasio y magnesio, que pueden ser dificientes al dejar de tomar algunas frutas, verduras y cereales integrales.

