los tres síntomas de la edad

La piel en la menopausia

Cómo combatir el envejecimiento cutáneo con soluciones efectivas.

¿Sabías que hay tres signos que delatan sí o sí el envejecimiento de la piel? Te decimos cuáles son y qué hacer para contrarrestar su efecto.

  1. El síntoma: Aparición de arrugas (y mayor visibilidad de las ya existentes).

La solución: potenciar los fibroblastos. Los fibroblastos son un tipo de células que contribuyen a la formación de los tejidos y que se caracterizan por ser muy “activas”. Sin embargo, con la edad, esta actividad se va ralentizando. Según la farmacéutica Belén Acero, titular de la Farmacia Avenida de América, de Madrid, el mejor apoyo para “reactivarlos” son los derivados de la vitamina A, como el retinol o el retinal, y explica por qué: “Mejoran la elasticidad de la piel al inhibir las enzimas dañinas que degradan el colágeno. Y en la superficie, restauran el micro relieve cutáneo, con lo que la piel se ve más joven”.

  1. El síntoma: Facciones cansadas y pérdida de tono en los contornos.

La solución: acelerar la renovación celular. “Con la ausencia de hormonas, las células se renuevan más lentamente. Como consecuencia, la piel luce más apagada y sin vida y, además, se pierde el tono del contorno facial”, Belén Acero, quien recomienda, para recuperar la vitalidad y la tonicidad, la vitamina C: “Es el antioxidante por excelencia y también tiene una acción antienvejecimiento, ya que estimula la síntesis de colágeno y elastina, y frena los fenómenos de oxidación provocados por los radicales libres (principales causantes del envejecimiento prematuro). También aporta un elevado poder antimanchas”.

  1. El síntoma: Debilitamiento de la epidermis.

La solución: hidratación + nutrición. “La menopausia ralentiza la producción de sebo y como consecuencia de esto falla la película hidrolipídica que forma un escudo protector en el rostro, asegurando una buena cohesión a la capa córnea. Esto da lugar a una piel más seca, áspera, irritable y a veces incluso hiperreactiva a la polución o cualquier agresión climática”. Para solucionarlo, la farmacéutica aconseja incorporar tratamientos emolientes (ceramidas, ácidos grasos, aceites o mantecas vegetales), que penetran rápidamente en la piel para restaurar los lípidos. “En cuanto a la hidratación, la glicerina es un excelente humectante, sin olvidar el activo estrella: el ácido hialurónico”.

Piel seca versus piel grasa

Existe la creencia generalizada de que la piel grasa envejece mejor que las pieles secas y acusa menos el efecto del baile hormonal de la menopausia, algo que no es del todo correcto. “Es verdad que las pieles grasas suelen presentar una mejor función barrera en épocas como la menopausia, cuando el cambio de estrógenos suele producir una seborregulación masiva. Por ello, las pieles con mayor tendencia grasa suelen notar menos los efectos de la sequedad cutánea porque tienen un ‘remanente’ que suple esta carencia”, comenta Elisabeth San Gregorio.

De esta forma, mientras que una piel seca suele presentar un envejecimiento debido a la falta de hidratación (que se manifiesta en unas arrugas muy marcadas y una evidente falta de colágeno y elastina), en el caso de la piel grasa, se puede decir que, aunque el aspecto final es similar, el camino recorrido hasta mostrar esos efectos visibles es diferente: “Se trata de tejidos cutáneos que tienden a sufrir más acné y procesos inflamatorios que implican en sí mismos un envejecimiento, rompiendo las fibras de colágeno y elastina. Además, son más propensas a sufrir la aparición de granos que le proporcionan una textura irregular, llegando a mostrar incluso socavones faciales en algunas ocasiones. Asimismo, son propensas a la aparición de manchas, ya que las propias fases del acné conllevan un periodo de hiperpigmentación postinflamatoria que, si no se trata adecuadamente, puede desencadenar la formación de manchas en la dermis, que son difíciles de tratar”, añade Elisabeth San Gregorio, directora técnica de la firma Medik8 la directora médica de Medik8.

Los ingredientes clave

La clave, por tanto, es ayudar a las pieles grasas a sobrellevar las consecuencias de la menopausia con una estrategia a medida, con el objetivo de conseguir el equilibrio y la regulación del sebo cutáneo, pero sin sensibilizarlas en exceso.  Y ello se consigue optando por productos que incluyan ingredientes muy específicos en su formulación: 

  • “Uno de ellos es el ácido alfa lipoico que, aunque lleva la palabra ácido, no es exfoliante, pero sí un poderosísimo seborregulador, además de un gran antioxidante”, explica la cosmetóloga Raquel González.
  • Aunque podría parecer que estas pieles son incompatibles con cualquier tipo de aceite, algunos, como el jojoba o el de semilla de kukui resultan excelentes aliados frente al “descontrol” de la producción de sebo ya que, a pesar de poseer una base lipídica, proporcionan un acabado seco y su efecto, lejos de aumentar los niveles de grasa, lo reducen cuando se emplean a diario como ingrediente cosmético. 
  • Otro activo especialmente recomendado para estas pieles es la niacinamida, que no sólo calma y ayuda a evitar la hiperpigmentación cutánea, sino que también equilibra la cantidad de sebo. 
  • Y en cuanto a la exfoliación, que es un gesto cosmético del que las pieles grasas se benefician especialmente, el ingrediente más adecuado es el ácido salicílico que, además de exfoliar, tiene una estupenda capacidad para penetrar en los poros y eliminar el exceso de grasa, ayudando así a regular su producción.

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Carla Nieto

Venezolana de nacimiento y gallega de corazón. Me licencié en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Desde hace 30 años escribo sobre salud & medicina, nutrición,...