La cara y la cruz
Que la siesta sea beneficiosa va a depender de varios factores, principalmente de su duración.
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¿Es saludable esa costumbre tan nuestra de dar una cabezadita después de comer? Pues depende de varios factores: de la hora en que se haga, de su duración y de nuestras características personales y estado de salud. Te contamos cómo debe ser la siesta perfecta.
Dormir es una necesidad vital y de todos es sabido los beneficios para la salud de un sueño suficiente y reparador. Pero, y la siesta, ¿es recomendable? En principio sí, pero con peros, y teniendo en cuenta un concepto básico: no se trata de recuperar por el día la falta de horas de sueño de la noche, porque de hecho el sueño no puede recuperarse en sentido estricto, es decir, no es posible revertir el daño que causa el no dormir lo suficiente.
LOS PROS
- La siesta ayuda a disminuir el estrés y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Además, reduce la tensión arterial, aseguraun estudio del Allegheny College de Pennylvania.
- Una siesta de 20 minutos mejora la tolerancia al dolor, según diversos trabajos presentados en el XX Congreso de la Sociedad Española del Dolor (SED). En cambio, la falta de sueño produce el efecto contrario, incrementa la percepción del dolor.
- Una investigación del University College de Londres (UCL) ha demostrado que aquellas personas que duermen la siesta tienen un cerebro 15 centímetros cúbicos más grande, lo que equivale a retrasar el envejecimiento entre tres y seis años.
- Y por si fuera poco, aumenta la concentración, permite rendir mejor por las tardes y mejora el estado de ánimo.
Y LOS CONTRAS
- Los especialistas recomiendan una duración de la siesta de 20-30 minutos. Si excede este tiempo, alterará nuestros ciclos de sueño y no tendrá efecto reparador: al despertar nos encontraremos somnolientos y nos costará más despejarnos.
- En esta misma línea, un estudio publicado en la revista científica Obesity por un equipo de científicos españoles, descubrió que aquellos que dormían siestas largas (de más de 30 minutos) tenían un índice de masa corporal un 2% mayor, un 23% más de riesgo de obesidad y un 40% más de riesgo de síndrome metabólico.
- En definitiva, las siestas largas no son nada recomendables, ya que además incrementan el riesgo de hipertensión, favorecen un bajo estado de ánimo, provocan pérdidas de memoria y dificultad en la capacidad de aprendizaje.
La siesta perfecta
Que sea cortita, en torno a 30 minutos, y a primera hora de la tarde (después de las 4 pm puede interferir con el sueño nocturno). Escoge un lugar tranquilo y oscuro, con una temperatura ambiente cómoda y ¡mejor en el sillón que en la cama! Esta última puede llevarnos a dormir más de la cuenta y no es conveniente si se padece reflujo gástrico u otros problemas digestivos, cuyos síntomas aumentan en posición horizontal.