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El Taichí es una técnica milenaria procedente de China que combina movimientos suaves con técnicas de respiración, concentración mental y relajación. La delicadeza de los movimientos que propone invita a realizarla a personas de toda condición y edad.
Cada vez es más frecuente ir al parque y encontrarse con grupos de personas muy dispares haciendo movimientos en el aire como si de un baile lento se tratara. Son los amantes del Taichí, unidos por una misma filosofía: ejercitar el cuerpo y la mente dejando fluir a través de ellos la energía en una serie de movimientos suaves, envolventes y muy relajantes. Este arte marcial de raíz taoísta está vinculado directamente a conceptos como el Yin y el Yang (dos extremos opuestos que, al mismo tiempo, están interconectados y que forman parte de un todo) y el Chí (Qi) o energía, que debe fluir de forma correcta a través de los meridianos de nuestro cuerpo para alcanzar el bienestar, ya que, según esta filosofía, la armonía total del yo interno y externo proviene de la integración de la mente y el cuerpo.
Tres son los fundamentos en los que se sustenta el Taichí: el movimiento corporal, la concentración mental y la realización de una respiración consciente, lo que convierte esta disciplina en una valiosa herramienta para cultivar la conexión mente-cuerpo y elevar la conciencia espiritual. En definitiva, es una disciplina con carácter meditativo que procura el bienestar general mediante la reproducción de secuencias de movimientos pausados en la mayoría de sus estilos.
Movimientos que “acarician el aire”
La sensación que produce en el observador es la de acariciar el aire, no solo con las manos, sino con el cuerpo, con movimientos gráciles y elegantes, realizados de manera lenta y precisa, manteniendo el eje del cuerpo perfectamente alineado con la tierra en un juego de equilibrios. El Taichí propone más de 100 posiciones y movimientos posibles y cada uno de ellos se ejecuta de forma continua y fluida, sin interrupciones, lo que crea una sensación de armonía y fluidez, incluyendo patrones rítmicos de movimientos lentos con meditación que se coordinan con la respiración para ayudar a lograr una sensación de calma interna (“el caballo salvaje sacude la crin”, “manos como nubes”, “cerrando la puerta”, “la patada de la rana”, etc.).
Precisamente por la suavidad de movimientos que propone y la mejora del equilibrio y estabilidad que proporciona, esta técnica está especialmente indicada en personas mayores al reducir el riesgo y el miedo a las caídas. Pero que no te engañen: aunque se realice lentamente y de forma suave y sea una práctica de bajo impacto, requiere entrenamiento, ya que se trabajan todos los músculos del cuerpo, ejercitando la fuerza, la flexibilidad y el equilibrio, visualizando el cambio paulatino del peso en los pies, por lo que debe hacerse preferentemente con un instructor experto.
En qué te ayuda
- Mejora la postura y la confianza, la manera de pensar y de manejar las emociones, así como la calidad de vida en general.
- Mejora la calidad del sueño y favorece el aprendizaje, la memoria y otras funciones mentales, sobre todo en las personas mayores.
- Mejora la postura, fortalece los músculos y aumenta la flexibilidad.
- Reduce el estrés, mejora la concentración y promueve la relajación profunda.
- En personas con fibromialgia esta técnica ayuda a dormir mejor y a sobrellevar el dolor, la fatiga y la depresión.
- Mejora la circulación de la sangre y la tensión arterial, gracias a los movimientos suaves que propone, reduciendo la tensión en el cuerpo. Incluso podría mejorar la calidad de vida y el estado de ánimo de personas con insuficiencia cardíaca crónica o cáncer.
- Actúa contra la ansiedad y el estrés.
- Refuerza el sentido del equilibrio y mejora la movilidad de las articulaciones, como los hombros, las rodillas o la espalda, que en otros deportes se ven sometidos a una tensión excesiva y poco natural que genera sobrecargas e incluso puede producir lesiones severas.
- Fortalece el sistema inmunológico, al ser capaz de aumentar el número de células inmunitarias relacionadas con la renovación celular, favoreciendo la longevidad.
- Mejora la digestión, activando el funcionamiento intestinal.
- Beneficia al sistema nervioso, ya que la realización unificada de movimientos repercute en una tonificación equilibrada de este sistema, y favorece la capacidad de atención y la calma.
Cómo prepararse
- El mejor momento para realizar estos ejercicios suele ser a primera hora de la mañana o al atardecer.
- Siempre hay que mantener el mismo horario y deben realizarse en el mismo lugar.
- Se debe utilizar ropa y calzado holgados, que no aprieten y, a ser posible, de fibras naturales.
- La duración aproximada para realizar los movimientos es de una hora y cuarto, tras un calentamiento previo.
- Posteriormente deben dedicarse unos minutos para la relajación.
- Es recomendable practicarlo antes de comer o después de haber hecho la digestión para evitar interrumpirla.