El invierno puede causar sequedad, deshidratación y sensibilidad en la piel.
Nuestros expertos en belleza explican cómo adaptar tu rutina de cuidado para mantener la hidratación, prevenir el envejecimiento y combatir los efectos del frío extremo.
Mayor sequedad, deshidratación, enrojecimiento, descamación, sensación de tirantez, incomodidad… Son algunos de los “daños colaterales” que el invierno deja sobre la piel. Y para “blindarla” frente al frío hay que hacer, sí o sí, cambios en la rutina de cuidados diarios, adaptándola a la climatología.
Aunque puede parecer que el verano es el momento más “crítico” para el bienestar de la piel, los factores ambientales asociados a esta época del año suponen un auténtico desafío a nivel cutáneo, tal y como nos comenta la farmacéutica Pilar Pérez, CEO de Albalab Bio: “El invierno puede ser especialmente agresivo para la piel debido a la acción del frío, el viento y los cambios bruscos de temperatura”.
La forma en la que estos “agresores invernales” inciden en la piel tienen una serie de consecuencias, de las que hablan los expertos de Bella Aurora: “Con el frío, los vasos sanguíneos se contraen para retener el calor; debido a ello, no llega suficiente oxígeno a la piel y se produce deshidratación y descamación. En ocasiones, esto provoca la aparición de signos prematuros de envejecimiento cutáneo, como las arrugas y la pérdida de firmeza”.
Estos factores ambientales no sólo acechan en el exterior: “En los ambientes interiores, la calefacción puede resecar el aire (sobre todo en espacios cerrados) y, por ende, también la piel”, apunta Pilar Pérez. En este escenario, la combinación (y el contraste) del frío ambiental con la sequedad y el calor de los espacios interiores afecta negativamente a todo tipo de pieles: las secas se “descontrolan” (esto es, agrava la pérdida de hidratación), mientras que en las grasas y mixtas aumenta la sensibilidad y la deshidratación favorece el enrojecimiento y potencia la incomodidad. Para Pilar Pérez, la mejor estrategia para minimizar este efecto, además de adaptar los cuidados cosméticos, “es utilizar un humidificador, para así asegurar el nivel de humedad óptimo en el ambiente”.
Añadir hidratación extra: la apuesta ganadora
Teniendo en cuenta que el enrojecimiento, la sensibilidad y la irritación son, junto a la sequedad, las principales manifestaciones del impacto de la climatología invernal en la piel, es imprescindible buscar fórmulas que, por encima de todo, aseguren una hidratación adecuada y, también, incorporen ingredientes calmantes, que ayuden a retener la humedad, mantener en buen estado la barrera cutánea y aumentar el confort.
“Es necesario usar una crema hidratante más rica que la que se utiliza en otras estaciones, buscando productos que contengan ingredientes como el ácido hialurónico, ceramidas, glicerina o manteca de karité”, comenta la farmacéutica.
Otro aspecto importante en el que incide Pilar Pérez es en no descuidar la protección solar: “Aunque haga frío y esté nublado, los rayos UV siguen estando presentes, así que hay que utilizar un protector solar con, al menos, SPF30, especialmente si se pasa mucho tiempo al aire libre y sobre todo cuando se está en la nieve (ya que ésta refleja la luz solar), y reaplicar cada dos horas”.
Rutina de skincare bajo cero
Pilar Pérez insiste en que la rutina diaria de cuidados (skincare) en invierno debe enfocarse en mantener la piel hidratada, protegida y reparada frente al frío y la sequedad, y propone un modelo tipo ajustado a esta “consigna”:
- Limpieza (mañana y noche): la clave es que sea lo menos agresiva posible, utilizando para ello un limpiador suave que no reseque la epidermis. “En el caso de la piel seca o sensible, optar por limpiadores en crema o bálsamos, mientras que para las pieles mixtas y grasas lo aconsejable son los geles limpiadores sin sulfatos, evitando aquellos que sean muy astringentes. Y, en todos los casos, limpiar el rostro con agua tibia (no caliente) para evitar resecar la piel”.
- Tónico (opcional): la experta recomienda elegir un tónico hidratante que contenga ingredientes como glicerina o pantenol: “Hay que evitar los productos con alcohol o ingredientes que puedan resecar la epidermis”.
- Serum (mañana y noche): “recomiendo usar por el día un serum con vitamina C, antioxidantes como el ácido ferúlico e ingredientes como el ácido hialurónico, que son los más eficaces para proteger la piel del daño ambiental. Por la noche, hay que aplicar un serum reaparador que incluya activos como el ácido hialurónico, niacinamida y ceramidas”.
- Crema hidratante (mañana y noche): Pilar Pérez hace hincapié en la importancia de cambiar a una crema más rica durante el invierno, especialmente si se tiene la piel seca: “Se deben buscar ingredientes como manteca de karité, ceramidas, escualeno y aceites naturales y extractos como la centella asiática, que favorecen la regeneración cutánea. Las pieles grasas deben elegir productos hidratantes ligeros, en textura gel o loción”.
- Tratamiento específico (por la noche): la farmacéutica recuerda que los productos con retinol deben aplicarse por la noche, y aconseja a las personas que los incluyen en su rutina utilizarlos en una textura aceite, para así favorecer la nutrición de la piel.
- Mascarillas y aceites (1-2 veces por semana): como refuerzo para blindar a la piel frente a la meteorología, Pilar Pérez aconseja recurrir a dos tipos de “extras” una o dos veces a la semana: “Por un lado, a las mascarillas hidratantes, que incluyan aloe vera, ácido hialurónico o avena entre sus ingredientes, y, por otro, a los aceites faciales, aplicando unas gotas después de la crema para así sellar la hidratación. Esto es especialmente recomendable para las pieles muy secas”.
- Exfoliación (en modo suave): Asimismo, la experta aconseja exfoliar la piel, un gesto que permite eliminar las células muertas, favoreciendo que los productos hidratantes penetren mejor: “Tratamientos como los exfoliantes químicos (que incluyen AHA o BHA) o enzimáticos se pueden usar 1-2 veces por semana, dependiendo de la tolerancia de la piel”.
La recomendación final de Pilar Pérez es adaptar esta rutina a las necesidades personales y características cutáneas, y observar cómo responde la piel: “Si se produce irritación o sequedad extrema, hay que ajustar los productos y consultar a un dermatólogo”.
Piel corporal: blindaje frente al efecto cool
SOS glándulas sebáceas. Aunque la piel del cuerpo está menos expuesta a los embates medioambientales (debido a la ropa de abrigo), desde Saluvital recuerdan que también demanda hidratación y cuidados adecuados: “El frío, el viento y la humedad provocan una notable disminución de las glándulas sebáceas (presentes en la piel de todo el cuerpo) y, como resultado, la barrera cutánea se ve comprometida, favoreciendo la deshidratación”. Teniendo en cuenta esto, es obvia la necesidad de optar también en esta parte del cuerpo por productos con texturas ricas y nutritivas y formulaciones emolientes que ayuden a mantener la piel nutrida, flexible y saludable y que incluyan activos como la rosa mosqueta, el aceite de argán o la manteca de karité.
El tándem ducha + hidratación. Según afirma la farmacéutica Pilar Pérez, es muy importante evitar las duchas largas y calientes: “Es cierto que son tentadoras en invierno, pero pueden deshidratar la piel. Lo mejor es optar por agua tibia y limitar el tiempo que se pasa bajo el agua”. Y tras la ducha, hay un gesto que es imprescindible: “Aplicar inmediatamente la crema corporal (y, en el caso de las manos, un producto específico siempre después de lavarlas), ya que de esta forma se sella la humedad”.
El outfit también cuenta. Pilar Pérez aconseja decantarse por el algodón en las piezas de ropa que están en contacto directo con la piel (para evitar irritaciones y otros efectos negativos del frío/calor de la calefacción), y proteger siempre el rostro y el cuello con bufandas, para así evitar la exposición directa al viento, al frío y a la humedad.
Hidratación indoor. “Igual de importante que los cuidados cosméticos es mantenerse adecuadamente hidratado. Aunque en invierno se sude menos, la piel sigue necesitando hidratación desde el interior. Esto se consigue tanto con la ingesta adecuada de líquidos (agua, infusiones, caldos) como consumiendo alimentos ricos en agua y vitaminas (frutas y verduras)”, apunta la farmacéutica Pilar Pérez.
Frío y grasa corporal: cómo usar este “nexo” a favor
No todo es negativo en esa estrecha relación que se establece entre la piel del cuerpo y la climatología invernal: de acuerdo con los expertos de Somatoline Cosmetic, aunque los cambios de temperatura afectan a la barrera protectora de la piel, también tiene una “cara B” positiva, ya que el frío mejora la circulación sanguínea y favorece la combustión de grasas: “Gracias a los efectos de las bajas temperaturas, los músculos se ven obligados a trabajar más para realizar las mismas tareas que completan de forma sencilla en un clima más cálido. Por ello, si hace frío, se genera un gasto energético extra”.
Según los especialistas de esta marca, aunque no está al 100% comprobado que en los meses de más frío se adelgace más en reposo (tal y como se podría deducir de este efecto), sí se sabe que haciendo ejercicio al aire libre en invierno se queman más calorías, dado que el frío ayuda a activar la adiponectina, una hormona segregada por Los adipocitos (células grasas) que favorece la eliminación de la grasa corporal.
Este es precisamente el principio en el que se basa la “cosmética específica con efecto frio”, esto es, tratamientos de acción criogénica que provocan un descenso de la temperatura corporal, un efecto que el organismo trata de compensar produciendo calor a base de la energía que se genera al quemar depósitos de grasa localizados. “Además, el frío actúa sobre músculos y tejidos que se tonifican para producir calor, y consigue oxigenar la circulación sanguínea, un efecto que se consigue con esta cosmética, que ha demostrado ser beneficiosa para reducir la grasa localizada, especialmente cuando se trata de los tratamientos de los reductores de noche, ya que durante las horas de sueño profundo se activan una serie de mecanismos implicados en el aumento de la permeabilidad cutánea, la lipólisis (quema de grasa) y la mejora de la circulación”, señalan desde Somatoline Cosmetic.
Cuatro zonas de alto riesgo
- Labios: Son los candidatos perfectos para acusar el impacto negativo de los factores ambientales asociados al invierno, debido principalmente a que es una zona que contiene menos grasa y es más vulnerable al frío que el resto del rostro. La desagradable sensación de “labios pelados”, principal consecuencia de la acción del viento y el frío sobre ellos, puede ir acompañada de grietas e incluso heridas que resultan dolorosas. Para protegerlos adecuadamente Pilar Pérez aconseja usar un bálsamo labial hidratante (con manteca de karité, cera de abejas o lanolina) y que incluya protección solar, para así prevenir las grietas y la sequedad.
- Contorno de ojos: El clima frío, y especialmente el viento, favorecen que la ya de por sí delicada piel del contorno de ojos se deshidrate y reseque. Como “estrategia de blindaje” para esta zona, Pilar Pérez recomienda utilizar una crema específica con propiedades hidratantes y antiinflamatorias, “optando por productos que incluyen aloe vera, ácido hialurónico de distintos pesos moleculares, aceite de aguacate, bisabolol o cafeína, que tienen efecto descongestionante”.
- Manos y pies: La piel de las manos y los pies es muy vulnerable a estos efectos, debido principalmente a que son las zonas corporales que poseen menor cantidad de glándulas sebáceas, y, por tanto, necesitan un extra de protección adaptada a esta época del año: “En las manos, es imprescindible aplicar crema hidratante y usar guantes para protegerlas del frío exterior. En cuanto a los pies, hay que hidratarlos antes de dormir, usando para ello una crema específica y ponerse después unos calcetines, para facilitar la penetración del producto y sellar la hidratación”, dice la farmacéutica Pilar Pérez.
Gripe y resfriados: remedios beauty para camuflar síntomas
Para hacer frente a los virus típicos de esta época del año, nada sustituye al consejo médico y la ingesta de medicamentos específicos. Dicho esto, hay que tener en cuenta que las gripes y resfriados, tan habituales en los meses fríos, también dejan “su huella” en nuestro aspecto físico en forma de congestión y/o irritación, especialmente en zonas como los labios o la nariz. Para estos problemas “menores” el entorno cosmético dispone de soluciones que pueden ayudar a minimizarlos y que contribuyen a aliviar el malestar que producen.
Uno de los síntomas más típicos es la nariz pelada y enrojecida, consecuencia directa del moqueo y el sonado constante. “Esto sucede porque la salinidad, que se ubica en la mucosidad, sumada a la fricción de los pañuelos, deshidratan y sobreexfolian la piel de esta zona, produciendo una irritación que da lugar a procesos de pelado y a un dolor bastante molesto”, explica la cosmetóloga Raquel González, directora técnica de Perricone MD. Para aliviar este síntoma, la experta aconseja aplicar cosméticos que lo contrarresten, calmando la zona y reponiendo la hidratación perdida: “Un buen truco para potenciar este efecto calmante es aplicar una mascarilla hidratante, dejarla puesta y reaplicarla cuando se absorba, con el fin de ir reponiendo la humedad en el tejido y reforzar la función barrera”.
Además, la nariz irritada suele ir acompañada de ojos llorosos, y, asimismo, la congestión de las vías nasales se asocia a una sensación de pesadez en la zona de la mirada. Y, como “efecto dominó” de la congestión, es habitual que la piel de las mejillas se enrojezca y se sienta “tirante”. Para aligerar la pesadez de la zona ocular, los expertos aconsejan usar productos con propiedades descongestivas (los parches son especialmente efectivos en estos casos), que rebajen la inflamación y proporcionen una sensación calmante. Asimismo, los tónicos y serums equilibrantes son una estupenda solución para aliviar las alteraciones de la piel del área que rodea la nariz y el contorno de ojos. Lara González, cosmetóloga de la firma Byoode, recomienda apostar por productos bifásicos, que además de calmar, aporten la humedad y los lípidos necesarios para restaurar la piel. “Estos productos deben aplicarse en la rutina de la mañana y de la noche, pero se pueden reaplicar a lo largo del día para potenciar la sensación de confort”, señala la cosmetóloga.
Sin rastro de sequedad y frío
1-Advanced Booster H, de Bella Aurora. Combina tres tipos de ácido hialurónico que ayudan a reparar los efectos de la deshidratación, previenen la descamación y mejoran la elasticidad cutánea.
2-Hydra + Gel Limpiador Suave, de Topicrem. Enriquecido con glicerina y formulado sin jabón, limpia y elimina el maquillaje sin alterar la barrera cutánea.
3-Cold Plasma Plus +Intensive Gel Mask, de Perricone MD. Mascarilla intensiva que hidrata en profundidad y aporta una textura refrescante que proporciona confort y alivio mientras repara la piel.
4-Loción Hidratante Corporal con Manteca de Karité + Ácido Hialurónico, de Saluvital. Especialmente indicada para las pieles más secas y sensibles, su fórmula aporta máxima hidratación y nutrición a la piel del cuerpo.
5-Contorno de Ojos Rellenador Well-Aging, de Liposomial. Proporciona hidratación y nutrición extra a esta zona gracias a su contenido en ácido hialurónico e ingredientes como el aceite de camelia.
6-Reductor 7 Noches Gel Efecto Fresco, de Somatoline Cosmetic. Tratamiento ultraintensivo que utiliza la crioterapia con el objetivo de lograr una acción drenante y reductora.